Le mordí la Cabeza

Nunca tuvieron valor para mí tus gestos que trataban de negar mis dudas de demencia, me decías que tú igual veías personas donde no las había.
Como olvidar esa noche en la cual me llevaste a pasear por esa oscura calle, con tu típica música, mostrándome a los objetos que se trasformaban en clara y formada gente.
Juntos trasformamos árboles y basureros en personas.
Como no me importó esa noche que quería beber y tú por obligación me acompañaste, me seguiste, me aguantaste, soportaste mi infernal locura y aún así me hiciste en tus brazos dormir. Perdonaste mis caídas para estar conmigo en lo más alto.
Éramos felices conversando con la nada.
Yo quería absorber tu información y descubrir tus vivencias tan distintas a las mías.
Tú igual veías rayos de colores en la ventana.
Igual salpicaba en tus sentidos lo profundo de las melodías que generalmente son ignoradas.
No busqué tu calma.
No busqué a las hojas de los árboles cayendo sobre nuestra cara ni gotas de rocío descansando sobre nuestras narices.
El fondo de tu mirada nunca será limpio.
No quise que los arrayanes crezcan a nuestros pies

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