Y mi salida es tu saliva, inspira.
Respírame que ya no me marcho, yo sé que el mundo ya no esta tan pulcro, hagamos una melodía vergonzosa, sígueme un rato, gimamos una prosa.

Cuando no hay nadie a quien extrañar el libro crece. 
Cuando se van los momentos, las caminatas de noche,
 cuando se van las risas, cuando la cama esta fría aparecen las letras, 
aquellas que tanto me extrañaban y que permanecerán esperando por mí siempre, como nada, no se rinden.

Los veranos en el campo, los inviernos en la playa, 
los vestidos vendidos, las bocas pintadas. Todo para nada.
 Las manos en mis piernas, las posiciones raras, los gemidos incesantes, la arena en tu cama, 
el olor a bronceador, el dolor de guata, las lágrimas tiradas, los pies descalzos en la almohada…
 Todo para nada.

Y vuelven los escalofríos a mis manos, regresa el cosquilleo a mis dedos largos, esta noche estoy suave, esta noche descubro el tacto, cada arruga de mi boca, cada poro de mi lengua, cada huella de mis dedos, las sensaciones han escupido a los recuerdos. 

Se cruzaban nuestras miradas entre tanto auto, entre tantas luces callejeras, mi pelo danzaba entre tanto viento, yo no quise esconderme de ti, yo no quise que me buscaras, yo solo veía doble, sólo necesitaba un poco de cielo enserio. Sus pupilas estaban distraídas, Sus pupilas tenían amor, tenían enojo, tenían rabia….  Su cuello, últimamente su cuello…siempre olía al mío. 

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